Para comprender el contenido del seguro de decesos hay que hacer un poco de historia. El seguro de decesos es una peculiaridad de nuestro país, que nace a mediados del pasado siglo, siguiendo la tradición implantada en el siglo XIX del establecimiento de las igualas, a fin de repartir el coste del servicio, a menudo demasiado elevado para poder hacer frente al mismo.
Ya tratado a partir de los años 50 del pasado siglo como un seguro, y regulado mediante póliza y con todo el rigor del encargo a compañías aseguradoras, las tradiciones han condicionado en gran medida las distintas coberturas, o más bien componentes del seguro de decesos.
Seguro de Decesos: coberturas
En primer lugar, cuando nace el seguro de decesos el objetivo es dar sepultura a los cuerpos de los fallecidos, cubriendo lo necesario para ello. Es decir, ataúd, personal del servicio, ceremonia religiosa, acondicionamiento, sudario y coste del cementerio. A ello se le añadió rápidamente dos componentes: las esquelas en prensa escrita y las coronas de flores.
Finalizando el siglo pasado se incorpora la cobertura de gastos del tanatorio, ya que por una parte los fallecimientos se van generalizando en centros hospitalarios, y, por otra parte, cuando no es así, los velatorios en los domicilios van cayendo en desuso, efectuándose el traslado y acondicionamiento del difunto por parte de la funeraria al tanatorio correspondiente, a la espera de proceder a la incineración o entierro del cuerpo, tras el transcurso de los plazos estipulados.
Además, cada vez proliferan más las incineraciones, cambiando el concepto del servicio de entierro a incineración y depósito de las cenizas en la urna correspondiente.
Ante estos sucesivos cambios de escenario social, el seguro de decesos se ha convertido, y más con los cambios legislativos operados en la última modificación que tomó vigencia en 2016, en un seguro de capital definido, el capital de cobertura, llegándose incluso a establecerse la obligación de devolver el capital no consumido al tomador, o en su defecto, siendo él el fallecido, a sus herederos.
No obstante, y a fin de tener un modelo de la cobertura estandarizada, un seguro de decesos debe incluir el féretro, el coche fúnebre, el sudario y el acondicionamiento del cadáver, más el servicio de inhumación o incineración, trámites documentales y administrativos y nicho de carácter temporal o definitivo.
En el momento actual, también incluyen la estancia en tanatorio en su gran mayoría, pues es la evolución de la costumbre social del momento. Las esquelas en prensa escrita, sin embargo, desaparecen ante el auge tecnológico de la comunicación, utilizándose aplicaciones de contacto y comunicación como un medio de dar la información oportuna sobre el servicio funerario.
Componentes del seguro de decesos: capital contratado y coberturas para la prestación del servicio
¿Qué coberturas pueden ser habituales en un futuro? Lo cierto es que supone una incógnita. Últimamente, por ejemplo, se está adoptando la costumbre de ofrecer un catering a los asistentes en el tanatorio.
En resumen, debemos dejar claro que hay dos componentes fundamentales en el seguro de decesos: capital contratado y las coberturas básicas para la prestación del servicio.
A partir de ahí, todo es dotar de un valor añadido al seguro, facilitando tanto el servicio como los trámites inherentes al mismo, circunstancias fundamentales en unos momentos difíciles para los allegados.
Finalmente, también es objeto de debate la conveniencia o no de dotar al seguro de decesos de coberturas adicionales que permita su uso “en vida”, como está siendo el auge de incluir el seguro dental, seguros de hospitalización e incluso de cuadro médico a precio tasado.
Al final debemos ser conscientes de que las coberturas extraordinarias conllevan un coste a las compañías aseguradoras, que de un modo u otro se repercute en la prima. Aun así, incluir en el seguro de decesos coberturas que faciliten las gestiones post mortem (gestión de pensiones de orfandad o viudedad y trámites documentales), borrado digital, asistencia psicológica al duelo, o incluso garantías en vida que tengan su trascendencia posterior, como testamento on line o vital, son opciones que dotan de contenido al seguro de decesos, más allá del mero servicio funerario.
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